¿Cuáles son las consecuencias del Bullying contra jóvenes del colectivo LGTBI en las aulas?
El bullying o acoso en el aula es, ante todo, una forma de violencia relacional, que se da entre iguales (en una estructura horizontal). Si fuera perpetrado por una figura de autoridad, estaríamos hablando de abuso, otra forma de ejercer violencia desde una estructura vertical.
Como aparece en el informe de resultados de la investigación: «Acoso escolar homofóbico y riesgo de suicidio en adolescentes» del Área de Educación de FELGTB – Comisión de Educación de COGAM (2012), el acoso escolar homofóbico adquiere diversas formas que podemos clasificar según el tipo de violencia: verbal, social o relacional, sexual y física.
- Violencia verbal: Es la forma más común según las respuestas de los encuestados. Este tipo de acoso incluye burlas, comentarios, insultos o rumores que normalizan una violencia psicológica que degrada y menosprecia a la persona por ser LGB.
- Violencia social o relacional: Implica mecanismos concretos de rechazo, exclusión y aislamiento hacia la persona por parte del grupo.
- Violencia física: Un 5% ha recibido palizas, un 6% ha sufrido acoso o agresiones sexuales, un 23% ha sido amenazado, y un 36% ha recibido golpes o empujones. Además, un 14% ha sufrido violencia a través de internet o móvil por ser LGB.
Mientras nos detenemos a leer todos estos tipos de violencia que se ejercen sobre menores que están pasando por infancias o preadolescencias, es importante recordar que todas las personas, para desarrollarnos, contamos con una serie de necesidades afectivas básicas. Si estas no son atendidas o se atenta contra ellas, el menor percibirá el mundo como un lugar absolutamente hostil, abrumador y no vivible. Estas necesidades son:
- Necesidad de afecto
- Necesidad de pertenencia
- Necesidad de seguridad
- Necesidad de intimidad
- Necesidad de identidad
Inicios tempranos del bullying homofóbico
La investigación muestra que el acoso escolar homofóbico suele comenzar de forma muy temprana. No siempre está vinculado al descubrimiento de la homosexualidad o bisexualidad de la persona, sino que se asocia a comportamientos que no cumplen con lo que se espera de cada género. Muchos jóvenes refieren experiencias de acoso desde los primeros años de su escolarización.
Cuanto antes inicien esas agresiones lgtbifóbicas, mayor será el trauma y más profundo, porque cuanto antes se le arrebatan al menor las posibilidades de desarrollarse en un entorno mínimamente seguro.
Poder y privilegio en el bullying homofóbico
Si valoramos todas estas conductas agresoras no solo como modos de ejercer el poder de unos sobre otros, sino como un reflejo del privilegio que tiene la mayoría cisheterosexual frente a la minoría LGTBIQA+, esto se convierte en una cuestión grupal. En psicología grupal, estudiamos cómo los grupos pueden desinhibir su responsabilidad de cuidar a otros, y es en el grupo donde surge la necesidad de dominar.
Además, desde una perspectiva de género, es notable la necesidad de castigar a aquellas personas cuya expresión de género no se ajusta a las expectativas. Un chico con «pluma» puede recibir un castigo mayor (por ser visto como una traición al sistema cisheteropatriarcal), mientras que las chicas suelen ser castigadas de forma más pasiva, principalmente a través de burlas o invisibilizaciones. Si la identidad de género es no normativa y no puede ser comprendida, el castigo es aún mayor.
Impacto del bullying en los estilos de apego
Sabemos que los estilos de apego, que se desarrollan en las primeras etapas de la vida con las figuras principales de apego (padres, madres o cuidadores), pueden verse absolutamente alterados por el bullying.
Un niño o niña que llega con un apego seguro al aula puede desarrollar un apego evitativo si es víctima de humillación, agresión o violencia constante sin posibilidad de escapar. Si el daño persiste y se convierte en trauma, puede establecer las bases para un apego desorganizado.
El síndrome de indefensión aprendida y el síndrome de estrés postraumático (EPT) son consecuencias comunes del bullying homofóbico. Estas situaciones llevan a que el menor sienta que no puede cambiar su situación y, en muchos casos, se ve atrapado en un entorno dañino sin recursos para pedir ayuda, especialmente si no comparte lo que le ocurre en casa.
Hermetismo familiar y estrés crónico minoritario
El hermetismo es una trampa mortal para los jóvenes LGTBI que sufren bullying, ya que en muchas familias no se habla de la orientación sexual o identidad de género. Ya sea porque no se sabe, no se acepta o se niega su existencia, el menor no puede explicar que está siendo agredido por algo que «no existe» en su familia. Esto agrava el estrés crónico minoritario, que se manifiesta a través del silencio, el aislamiento social y una lucha constante por sobrevivir en un entorno hostil.
El resultado de este silencio y las agresiones continuas son sentimientos persistentes de vergüenza, rabia, tristeza y duelo. Los jóvenes se vuelven cada vez más vulnerables, y el síndrome de indefensión aprendida hace que sus necesidades afectivas básicas, como la seguridad y el afecto, dejen de ser atendidas. La desesperanza se apodera de ellos, y su objetivo se reduce a pasar desapercibidos.
Si estas violencias se prolongan en el tiempo, es probable que la persona desarrolle un síndrome de estrés postraumático (EPT). Este EPT puede acompañar al joven durante años, afectando su capacidad de desarrollarse de manera plena en los ámbitos académico, social, afectivo y sexual.
Efectos a largo plazo y la LGTBIfobia interiorizada
Estamos hablando de adolescencias perdidas, identidades no formadas, sentimientos de exclusión y no pertenencia. La persona no podrá desarrollarse adecuadamente en ninguno de los ámbitos necesarios para cualquier joven.
Este proceso puede culminar en la aparición de la LGTBIfobia interiorizada, un fenómeno en el que la persona adopta una imagen negativa de sí misma basada en los constantes mensajes y actitudes hostiles recibidos del exterior.
Conclusión: La necesidad de prevención en las aulas
El trabajo en el aula debe enfocarse en la prevención de violencias, la educación en la diversidad y la promoción de la igualdad. Crear entornos seguros y respetuosos es crucial para que los jóvenes LGTBI puedan desarrollarse plenamente, sin miedo y sin violencia.
Marta Pascual
Directora de ESPACIO Formación, Psicología y Diversidad